El sexismo en el ciclismo: porqué sí es la gran cosa

Hasta hace unos años, cuando comencé a escribir sobre el ciclismo, yo también era de aquellos que ante la presencia de una foto con una chica en bikini y una bicicleta a su lado, les hubiera dicho: “tranquilos… sólo es una foto con una mujer bonita a lado de una bici. No entiendo por qué la molestia. No es gran cosa”.

Estaba equivocado, sí es la gran cosa. He aquí el porqué.

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El ciclismo como deporte ya es tremendamente machista y como medio de movilidad también lo es. Si tú eres de aquellos que están convencidos de que en el deporte del ciclismo, o el ciclismo urbano, hombres y mujeres estamos bajo igualdad de condiciones, creo que estás equivocado. Pero nunca es tarde para cambiar.

De entrada, en el deporte, ya sean carreras profesionales o semi profesionales, el número de reglas y regulaciones que limitan a la mujer son muchas –basta con ver los intentos de las ciclistas profesionales por participar en el Tour de Francia o el Giro de Italia sin conseguirlo aún, y eso sólo por mencionar algunos de los ejemplos más populares-.

Dichas normas, siguen siendo dictadas con una mentalidad sumamente apegada a la vieja escuela, incluso, las podríamos llamar retrogradas, en donde un  grupo de hombres decide lo que sí y lo que no puede hacer una mujer en su bicicleta. Ahí están las pruebas: la Unión Ciclista Internacional (UCI), el Comité Olímpico Internacional, el Tour de Francia y tantos otros, en algún momento decidieron que las mujeres no eran físicamente capaces. Hoy, ese pensamiento aún es norma que dicta reglas y costumbres. Y claramente es discriminatorio.

sexismoenelciclismo_2Aunque intentemos hacer como que nunca hemos leído o incluso dicho esas desafortunadas afirmaciones en las que se asegura que las mujeres no están preparadas para andar en bici por la ciudad; para pedalear las mismas distancias que los hombres, que no pueden completar el mismo número de etapas que los hombres y, que no son comercialmente viables aquellos eventos en el que mujeres compiten, están ahí, y créanlo o no, nos hacen daño a todos.

¿Por qué? Porqué nos transportan a una época tan remota e injusta que da pena pensar en ello. O porque nos trasladan a algún país del Oriente Medio donde las reglas del Islam son las más restrictivas para la mujer, y eso, afecta también el desarrollo de los hombres.

Pero resulta que ni es el Islam, ni es alguna nación árabe. Desafortunadamente esto pasa en el siglo XXI en todo el orbe y todas las disciplinas dentro del ciclismo deportivo.

Y en el ciclismo urbano es la misma cosa: mujeres acosadas por el simple hecho de andar en bici por la calle, las tratamos como si fueran objetos de nuestra propiedad, o si tuvieran alguna carencia física, o lo que es peor: alguna deficiencia mental, y buscamos regir sus decisiones y atentamos contra su libertad. De hecho, me parece pretencioso de mi parte, el exponer estás ideas sin ser mujer, pero no lo puedo negar, pues el machismo discriminatorio está ahí, en los ojos y el pensamiento de todos.

El ciclismo tiene un largo camino por recorrer antes de que podamos considerar que las mujeres tienen un lugar igualitario a los derechos de los hombres y, lo mismo pasa con el ciclismo urbano. Aquí no se compite, pero, quién no ha oído e incluso, quién no ha sabroseado –acosado- a una chica sólo por el hecho de que va en bicicleta por la calle, ¡y sola!.

Quién no ha subido a manera de supuesto homenaje -más bien morbo-, la foto de una chica bonita en bici, e inconscientemente o consciente, desvirtuamos sus logros y esfuerzos, e impedimos su pleno desarrollo.

Mucho de esta idiosincrasia machista, sé que también la fomenta la propia mujer; abundan las fotos en redes sociales que son subidas por las propias mujeres en donde lo que buscan más que un reconocimiento a su esfuerzo deportivo o cambio en el paradigma o esquema de su movilidad, lo que buscan es un reconocimiento a su físico como un fin en sí. Tal vez no esté mal, no me atrevo a juzgarlo, pero es indudable que afecta a otras mujeres que no buscan el reconocimiento a su físico, pero que si buscan una igualdad de condiciones y libertades, o simplemente disfrutan de andar en bici como tú o como yo.

Ni hablar de aquellas que sí son ciclistas, e intentan impulsar su carrera posando con poca ropa. Insisto, cada quien sabe lo que hace con su cuerpo y si lo hacen sin ninguna presión; pues bien por ellas, les deseo la mejor de las promociones posibles a su carrera.

Este texto no trata de controlar lo que las mujeres y los hombres deben o no deben hacer cuando se trata de sus cuerpos, si los quieren exhibir, pues allá cada uno en su conciencia, pero utilizar a la mujer únicamente para llamar la atención no va ayudar ni a hombres ni a mujeres.

Estamos tan lejos de la igualdad de género que, no es divertido pensar en ello. Al final del día lo que queremos es que más gente ande en bici – leyeron bien, no hombres o mujeres, sino, “más gente”- . Y la desigualdad y el trato que nos proferimos nos está encadenando a costumbres que son añejas y absurdas. Y que tenemos tanto mujeres, pero en especial los hombres, que cambiar.

Entonces, ¿qué tiene que ver la imagen de una chica en bikini con todo esto? Un montón, en realidad, importa e importa mucho. Cada vez que una compañía utiliza la imagen de una modelo en topless o una chica en bikini para promover sus productos, se sigue propagando el mito de que los cuerpos de las mujeres están ahí para ser apreciado estéticamente, pero que no son buenos para cualquier otra cosa que no sea exhibirlos, entre ellas el ciclismo.

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